Banca sonora mítica en la historia del cine y una de las mejores del género de suspense. Complemento perfecto para la trama de la película y que en cada escena coloca al espectador en el estado emocional que quería Hitchcock.
Además de la mítica escena de la ducha, el resto de la partitura rezuma un ambiente de dramatismo y desasosiego que acompaña a las mil maravillas a la película.
¿Y cómo la Academia de Cine Americana no se acordó de esta excepcional partitura? Porque la tocó un año difícil, muy difícil, en el que fueron nominadas bandas sonoras igualmente excepcionales: Éxodo (de Ernest Gold y a la postre ganadora), El Álamo (de Dimitri Tiomkin), Los Siete Magníficos (de Elmer Bernstein), El Fuego y la Palabra (de André Previn) y Espartaco (de Alex North).
|